lunes, 23 de noviembre de 2009

El Derecho a Desconectarse

Por: Luis David Tobón López

Sé que coincidimos: Hoy el que no está conectado… Y después de los puntos suspensivos, las infinitas razones para decir por qué si o si debemos estar conectados. ¿desde? Ya los dispositivos sobran, tenemos al alcance multiplicidad de medios para “estar siempre conectados”.

Sin embargo, lo invito a pensar en lo siguiente: Es domingo, está en un asado disfrutando con su familia y el móvil repica… Es su jefe, debe contestarle y no lo hace… ¿consecuencias?

Su mejor amigo, su novia, compañero de trabajo, familiar o quien quiera, sabe si el móvil estaba encendido, entonces asume que usted no le quiso contestar, también ocurre que cuando en Google Talk tiene el estado “invisible”, le hablan, y usted no quiere contestar porque está ocupado, pero del otro lado se dan cuenta que si no salen las “letricas en rojo”, usted si está pero no contestó.

Vienen los juicios cuando está de nuevo conectado: ¿Por qué no me respondiste? Te necesitaba urgente o en el caso del jefe ¡Estás despedido! “Para no ser dramáticos”.

Dormir temprano, descansar en familia, ver otros paisajes diferentes a los de las pantallas, pueden ser alternativas interesantes para “desconectarse”, tenemos ese derecho, y no se trata de caer en el juego de las separaciones, “una cosa es trabajar y otra es descansar”, en tiempos de híbridos posibles e imposibles, cuando uno se quiere desconectar debe “apagar” todos los dispositivos a su alcance y cuando le hagan el reclamos por “su silencio”, simplemente diga: “Estaba en mi derecho de desconectarme”.

¿Será que desconectarse también es conectarse?

Me conecto con el sonido del agua

Me conecto con las conversaciones del supuesto asado

Me conecto con el paisaje

Me conecto con….

sábado, 21 de noviembre de 2009

Doctoritis Aguda: Patos al Agua

Por: Luis David Tobón López

Las profesiones están cambiando. Hoy, vemos mezclas interesantes y casi podríamos decir que los títulos valen, pero no resuelven. Es decir, gastamos mucho dinero en formación profesional, de posgrado, y" requeteposgrados" con nombres ya muy sagrados como DOCTORES y demás, pero resulta que en el medio la confusión es total, y después de salir con más títulos que una revista de Condorito, nos damos cuenta que el conocimiento que teníamos, por el que luchamos, ya no aplica.

Los doctores, siguen en el cielo, vacas sagradas defilan en los pasillos de universidad; miran por debajo del hombro, caminan con el ritmo propio de los patos antes de llegar al lago, y sus ojos se centran en las nubes invisibles que tocan sus pies.

Pero vaya error, hoy la inteligencia no es de unos pocos, nunca lo ha sido para decir la verdad; pero hubo el momento de la titulitis, hoy, aunque todavía se observan esos personajes pintorescos, más les sirve la boca para repetir sus grandes títulos que para ser productivos en la sociedad de hoy.

No generalizo, no es caso de todos los doctores o magísteres, pero las universidades cometen el error de creer más en los títulos que en las personas.
Hoy el aprendizaje circula de muchas formas, las series de televisión, el cine, los videojuegos, las redes sociales en la web, los programas cada vez más colaborativos, la tendencia participativa en la web, todo eso, es lo que tiene protagonismo entre las personas que no dicen que hacen, sino que más bien, hacen.

Muchas voces encorbatadas dirán que esto es mentira, casi un pecado pronunciarlo, pero el tiempo, sólo el tiempo se encargará de mostrar que en el mundo agitado de hoy, con la multiplicidad de canales para aprender, la doctoritis aguda se desvanece y los títulos están buenos para tirarlos a la basura.
Estudiar es maravilloso, aprender con otros mejor, pero darse ínfulas por un título de una formación anacrónica es patético, tanto, que es mejor decir: "Patos al Agua".