Por: Luis David Tobón López
Las profesiones están cambiando. Hoy, vemos mezclas interesantes y casi podríamos decir que los títulos valen, pero no resuelven. Es decir, gastamos mucho dinero en formación profesional, de posgrado, y" requeteposgrados" con nombres ya muy sagrados como DOCTORES y demás, pero resulta que en el medio la confusión es total, y después de salir con más títulos que una revista de Condorito, nos damos cuenta que el conocimiento que teníamos, por el que luchamos, ya no aplica.
Los doctores, siguen en el cielo, vacas sagradas defilan en los pasillos de universidad; miran por debajo del hombro, caminan con el ritmo propio de los patos antes de llegar al lago, y sus ojos se centran en las nubes invisibles que tocan sus pies.
Pero vaya error, hoy la inteligencia no es de unos pocos, nunca lo ha sido para decir la verdad; pero hubo el momento de la titulitis, hoy, aunque todavía se observan esos personajes pintorescos, más les sirve la boca para repetir sus grandes títulos que para ser productivos en la sociedad de hoy.
No generalizo, no es caso de todos los doctores o magísteres, pero las universidades cometen el error de creer más en los títulos que en las personas.
Hoy el aprendizaje circula de muchas formas, las series de televisión, el cine, los videojuegos, las redes sociales en la web, los programas cada vez más colaborativos, la tendencia participativa en la web, todo eso, es lo que tiene protagonismo entre las personas que no dicen que hacen, sino que más bien, hacen.
Muchas voces encorbatadas dirán que esto es mentira, casi un pecado pronunciarlo, pero el tiempo, sólo el tiempo se encargará de mostrar que en el mundo agitado de hoy, con la multiplicidad de canales para aprender, la doctoritis aguda se desvanece y los títulos están buenos para tirarlos a la basura.
Estudiar es maravilloso, aprender con otros mejor, pero darse ínfulas por un título de una formación anacrónica es patético, tanto, que es mejor decir: "Patos al Agua".
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